Acabo de leer un libro interesante por James Tooley llamado en inglés The Beautiful Tree: A Personal Journey Into How the World's Poorest People Are Educating Themselves (El Arbol Lindo: Un viaje personal dentro como las personas más pobres del mundo se educan), publicado por el Instituto Cato.
Este libro describe como los gobiernos de muchos países en desarrollo fallan a educar sus niños, porque sus escuelas públicas son básicamente sin valor. El autor describió que fue a ver unas escuelas donde solo una fracción pequeña de los maestros aun llegaron a la escuela, y una fracción más pequeña estaban enseñando; esta situación se mantiene por corrupción en el gobierno. También hizo una investigación detallada para documentar estos problemas y los resultados malos educativos. Quizás no es una sorpresa que todo del mundo está consciente de los problemas de las escuelas públicas, de los niños y sus padres, a los oficiales del gobierno a todos niveles, a las agencias non-gubernamentales de ayuda y los gobiernos extranjeros que continúan a dar dinero a las agencias gubernamentales que operan las escuelas. Entonces, por supuesto, familias de altos recursos que viven allá mandan sus hijos a escuelas privadas.
Pero la sorpresa verdadera en este libro era que Tooley también descubrió que las personas muy pobres en estos países también mandan sus hijos a escuelas privadas -- escuelas de bajo costo, operadas por empresarios de origines similar a las familias pobres, y que viven en los mismos barrios bajos o áreas rurales. Y aunque estas escuelas privadas de bajo costo (tan bajo que los trabajadores al fondo de la escala social pueden pagar el costo) tienen edificios y moblajes terribles por nuestros criterios, los estudios de Tooley mostraron que sus resultados educativos son mucho mejor que las escuelas públicas -- si esté de lo contrario, los padres ponen sus hijos en otra escuela.
Después de leer este libro, estoy pensando sobre porqué las organizaciones internacionales de ayuda y los gobiernos de los EEUU y otros países continuarían a dar dinero a programas educativas corruptas e ineficaces de estos países. La sugerencia de Tooley es que dirigimos nuestro dinero de ayuda a dos programas que me parecen buenos. Primero, hizo la sugerencia de crear fondos de becas de matrículas para pobres en las escuelas privadas de bajo costo. El costo de matrícula es muy bajo, y nuestro dinero compraría mucha educación. Parece que Tooley ya está trabajando con una organización que da este tipo de beca. Secundo, la barrera grande para empresarios educativos que quieren empezar o mejorar una escuela es fondos -- los bancos o no los pueden prestar dinero o no lo eligen, a pesar de su solvencia. Entonces la idea sería formar instituciones de micro-crédito dedicadas a prestar dinero a negocios educativos. No he podrido encontrar proyectos de esto, pero es seguro que las ideas de micro-crédito son muy desarrolladas, y tal vez alguien va a empezar pronto. Debemos esperar y ver.